Las "tareas de cuidado-académicas" roban tiempo a la investigación, no son debidamente valoradas y son el trabajo invisible que realizan principalmente las mujeres.

El término inglés “housekeeping” se refiere a las tareas de cuidados y gestión del hogar, históricamente desempeñadas por las mujeres a causa de la llamada división sexual del trabajo, que consideraba a los hombres como proveedores económicos y a las mujeres como cuidadoras del hogar. Ello se basaba en la adscripción de roles estereotipados de género en base a las características biológicas, aunque en la actualidad sabemos que el género es algo que se construye socialmente y la línea que dividía a hombres y mujeres entre la esfera pública y privada, respectivamente, se ha difuminado.
Sin embargo, los roles y estereotipos de género siguen vigentes y se reproducen en otros contextos, como por ejemplo en el ámbito laboral, en nuestro caso, la ciencia y la academia. En este sentido, el concepto de academic housekeeping, alude a las tareas internas de gestión en la organización, que son muy necesarias para el funcionamiento de esta, pero que son invisibilizadas. Además, estas tareas acostumbran a ser de carácter voluntario, y en la mayoría de los casos son realizadas por mujeres.
Ahora bien, no solo las “tareas de cuidado-académicas” están feminizadas, sino que también existe una jerarquía en base a la actividad de la que se es parte. Según la investigadora sueca Sara Kalm, estas tareas se pueden clasificar en tres categorías: tareas de menor estatus, tareas de servicio y tareas de cuidado, que se corresponden a, entre otros, ser integrante de un comité, tomar notas en una reunión o ayudar cuando el estudiantado predoctoral necesita apoyo.
Según un estudio estadounidense, es un 50% más probable que una mujer se ofrezca a realizar dichas tareas que un hombre. Asimismo, el trabajo reporta que a las mujeres se les pide que hagan estas tareas con mucha más frecuencia que a los hombres, y también es más usual que digan que sí cuando les hacen este tipo de peticiones (Kalm, 2019).
Por último, a pesar de que está demostrado que este tipo de trabajos invisibles son realizados principalmente por mujeres, la asignación de estos acostumbra a ser informal dentro de los equipos, departamentos y centros de investigación, pues puede surgir inconscientemente y, a menudo, es naturalizada e influenciada por los roles de género.
El “academic housekeeping” en el ICM
El ICM no es ajeno a este fenómeno. Así, los resultados de la diagnosis realizada el 2020 evidencian que la mayoría de los grupos de trabajo y comités del centro están feminizados excepto el grupo de Estrategia Científica, que podríamos catalogar como de mayor estatus si atendemos a la jerarquía de las tareas de cuidado-académicas mencionadas anteriormente.
Asimismo, esta realidad se extiende a otros ámbitos como son la participación en comités editoriales de revistas, en publicaciones del CSIC o en comités de evaluación de proyectos y becas. La mala noticia es que este mayor compromiso de las mujeres con la “comunidad” no mejora su posicionamiento, ni académico ni estratégico y, además hace que inviertan más tiempo en estas tareas y menos en su investigación comparado con sus compañeros investigadores. Finalmente, esto repercute en sus posibilidades de promocionar y, por ende, en sus salarios, generándose así otras desigualdades.
Otro punto que destacar de la realidad del ICM es que, en gran parte de los casos, las tareas de cuidado-académicas las realizan técnicas, lo que pone de manifiesto la necesidad de reivindicar su papel clave en el funcionamiento de la ciencia.
Por ello, aunque las tareas de cuidado-académicas no están remuneradas, desde el Grupo de Igualdad del ICM, a través del Plan de Igualdad del centro, pretendemos promover su visibilización y puesta en valor, así como impulsar un reparto más equitativo de las mismas, ya que asumirlas contribuye a un beneficio colectivo que debería ser responsabilidad de todo el personal. Así, entre las acciones a implementar en el Plan, podemos destacar la realización de una encuesta que nos permita conocer a mayor profundidad la implicación del personal en tareas de cuidado-académicas y el tiempo de dedicación a las mismas, así como una campaña gráfica para visibilizar el valor de este tipo de trabajos.
Y es que, las cosas no funcionan si todo el mundo las ignora, por lo que es importante mirar qué hay en la base del iceberg, que en este caso son los esfuerzos para sostener una organización y comunidad que promueva una ciencia más inclusiva, que reconozca el trabajo y el mérito de las personas que cuidan de esta, y que impulse que este trabajo es tarea de todos y todas, y no solo de unas pocas.