Noticias | 14 Octubre 2025

El cambio global pone en riesgo el suministro de Omega-3 en el Mediterráneo

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Es la principal conclusión de un estudio liderado por el ICM-CSIC, que constata una caída de más del 60% en el abastecimiento local de este nutriente esencial procedente de la pesca entre el 2000 y el 2023.

El Omega-3 es también un excelente indicador de la condición o salud de los organismos marinos / ICM-CSIC.
El Omega-3 es también un excelente indicador de la condición o salud de los organismos marinos / ICM-CSIC.

El calentamiento del mar y la sobreexplotación de las poblaciones pesqueras han reducido drásticamente la disponibilidad de ácidos grasos Omega-3 en el Mediterráneo, con implicaciones directas para la salud de las personas y de los ecosistemas marinos. Así lo revela un estudio publicado en la revista Food Policy, liderado por el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) y financiado por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP) a través del GALP Costa Brava.

La investigación ha analizado el perfil lipídico de cerca de 3.000 individuos de 36 especies capturadas en la costa gerundense. Los resultados muestran que el suministro de Omega-3, considerado un componente esencial para la salud de las personas y un excelente indicador del estado o salud de los organismos marinos, ha pasado de 15 toneladas anuales en el año 2000 a solo 6 toneladas en 2023, lo que supone un descenso de más del 60%.

“Es la primera vez que cuantificamos esta bajada en el Mediterráneo, y los resultados son preocupantes. El cambio climático y la presión pesquera han reducido tanto las poblaciones de peces tradicionales como su capacidad de proporcionar Omega-3”, señalan Mar Vila y Sebastian Biton-Porsmoguer, coautores del estudio.

Caída por sobrepesca y cambio climático

Las especies de aguas templadas y frías —como la sardina, el boquerón, la merluza o la caballa— han sido las más afectadas. Estas poblaciones, ya mermadas por la sobrepesca, también se han visto perjudicadas por el aumento de la temperatura del mar, que está alterando significativamente el funcionamiento de los ecosistemas y dificulta su recuperación.

Según el trabajo, aunque ha aumentado la captura de especies de aguas más cálidas, como la alacha o la gamba blanca, favorecidas por el calentamiento, su aportación de Omega-3 aún no compensa las pérdidas globales. En este sentido, el peso de estas especies en la aportación de Omega-3 ha pasado del 3% del total en el año 2000 al 27% en 2023, aunque el balance sigue siendo negativo.

“El problema no es solo la cantidad de pescado capturado, sino también la composición de las capturas. Las especies que prosperan con el cambio climático no pueden sustituir el valor nutricional de las que están en retroceso”, explica Josep Lloret, investigador del ICM-CSIC y coordinador del estudio.

Durante los 23 años analizados, los peces pelágicos como la sardina y el boquerón fueron los principales proveedores de Omega-3 local, con el 89% del total de Omega-3 desembarcado. Los peces demersales como la merluza o el rape representaron aproximadamente el 10%, y los crustáceos y cefalópodos como las gambas y los pulpos, solo el 1%.

Consecuencias para la salud

Según la Comisión General de Pesca del Mediterráneo, solo dos de las diez especies evaluadas en 2023 en el Mediterráneo noroccidental estaban explotadas de manera sostenible. En este sentido, la Agencia Europea de Medio Ambiente advierte que, aunque la política pesquera europea ha permitido recuperar algunos stocks, la situación actual sigue siendo crítica en el Mediterráneo, donde solo 1 de cada 10 stocks evaluados por STECF se pesca de manera sostenible y se encuentra en buen estado.

Esta situación, sumada a la reducción de la producción de Omega-3 por parte del fitoplancton debido al calentamiento del mar, que repercute negativamente en toda la cadena trófica hasta llegar a los peces, compromete la autosuficiencia futura de este nutriente esencial en el Mediterráneo.

Las recomendaciones dietéticas internacionales apuntan a una ingesta diaria de 250 a 500 mg de EPA y DHA, los dos principales ácidos grasos Omega-3 de origen marino. Con el descenso del suministro local, será cada vez más difícil cubrir estas necesidades.

“Estamos ante un reto de salud pública. La falta de Omega-3 puede incrementar el riesgo de enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer y problemas neurológicos”, advierten Ángel Izquierdo y Joan San, médicos colaboradores en el estudio.

Soluciones y oportunidades

Ante este escenario, el equipo científico propone reforzar la gestión pesquera para recuperar poblaciones locales y fomentar el consumo de especies infrautilizadas de gran valor nutricional, como la alacha o la anjova. También sugieren aprovechar mejor los subproductos ricos en Omega-3 y priorizar el consumo directo de pescado en lugar de destinarlo a harinas y aceites para la acuicultura.

“Si queremos garantizar el acceso a Omega-3 de calidad, debemos diversificar el consumo de especies y aprovechar al máximo los recursos pesqueros locales. La dependencia de importaciones no es sostenible ni deseable”, concluye el equipo científico.

Aunque algunas fuentes vegetales como las nueces o las semillas de lino pueden aportar Omega-3, las autoras y autores recuerdan que su forma es menos efectiva para la salud que la de los Omega-3 marinos. El estudio, por tanto, refuerza la necesidad de preservar la pesca local como fuente clave de salud y seguridad alimentaria, actuando con urgencia y eficacia.