Pese a los avances, la igualdad de género en el liderazgo en las disciplinas STEM todavía no se ha logrado.
Ningún país del mundo ha alcanzado todavía la igualdad de género. Según el último Índice Global sobre la Brecha de Género del Foro Económico Mundial (2024), ésta es hoy día del 68,5%, con Islandia liderando el camino al cerrar el 93,5% de su brecha de género y España en el décimo puesto, con una brecha del 79,7%. Estas cifras ponen sobre la mesa que, pese a los avances, tardaremos 134 años en conseguir la paridad de género total, claramente más allá del objetivo de conseguirla en 2030 establecido por los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Una mirada en mayor detalle de las disciplinas STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) revela una marcada sobrerrepresentación de las mujeres. Según datos de LinkedIn citados en el informe, las mujeres constituyen sólo el 28,2% de la fuerza laboral en STEM frente al 47,3% en sectores no STEM. Esta segregación horizontal indica que las mujeres se incorporan en menor porcentaje a los ámbitos de las STEM. Además, el fenómeno de "leaky pipeline", en catalán "fugas en la tubería", donde las mujeres se quedan fuera de la carrera profesional antes de conseguir posiciones de liderazgo - es más pronunciado en las STEM que en ámbitos no STEM. Mientras que las mujeres constituyen más de la mitad de las personas trabajando en ámbitos no STEM, sólo representan un tercio en las STEM. Esta brecha empeora en niveles superiores, con las mujeres representando una cuarta parte de los liderazgos fuera de las STEM, pero sólo algo más de una décima parte en posiciones de liderazgo en STEM.
Estos desequilibrios son tanto una causa como consecuencia de la falta de modelos a seguir en disciplinas específicas, áreas de investigación y posiciones de liderazgo. La segregación ocupacional alimenta la segregación académica, creando un ciclo vicioso que refuerza las disparidades de género. Estudios recientes, como los de Profeta (2020), sugieren que la segregación académica no sólo resulta de las preferencias de las estudiantes, sino de sesgos sistémicos que empujan a las niñas hacia las humanidades. Influencias de docentes, los tipos de pruebas utilizadas en las escuelas, junto con la falta de modelos a seguir y sus familias, alejan a las niñas de las STEM. Estereotípicamente, la imagen de "una persona científica" sigue siendo masculina.
Las mujeres que apuestan por carreras en STEM enfrentan numerosas barreras y desigualdades. Los sesgos de género están profundamente arraigados en las culturas organizacionales, influyendo en las prácticas y valores. Una cultura de trabajo masculinizada, caracterizada por los estereotipos de género prevalentes y dobles estándares, dificulta aún más el progreso de las mujeres. Los sesgos inconscientes conducen a juicios injustos, limitando el acceso de las mujeres a posiciones de liderazgo y recursos, así como a una distribución equitativa de tareas. Las mujeres a menudo acaban realizando la mayoría del "academic housekeeping" - tareas voluntarias de gestión y apoyo institucional - que las partan de su avance profesional. Además, estos entornos pueden ser hostiles, competitivos y ciegos en la violencia de género y el acoso sexual.
El progreso profesional en las STEM a menudo se basa en un modelo idealizado de dedicación absoluta, ignorando la realidad que muchas mujeres enfrentan de interrupciones en su carrera y reducción del tiempo de trabajo debido a responsabilidades familiares, un fenómeno conocido como el "muro maternal". Esta imagen idealizada del 'científico despreocupado' contrasta fuertemente con la feminización de los problemas de conciliación, que tienen efectos devastadores en las carreras de muchas mujeres.
La combinación de barreras visibles e invisibles impide que las mujeres participen plenamente, influyan y lideren en los campos STEM. Las condiciones desalentadoras y los obstáculos sistémicos han llevado a muchas mujeres a "automarginarse" o sentir que no pertenecen a carreras científicas y posiciones de liderazgo, un sentimiento a menudo reforzado por el síndrome de la impostora.
Pese a los desafíos persistentes, la presencia de mujeres líderes en STEM es crucial para desafiar a los estereotipos y proporcionar modelos a seguir. Sin embargo, tener modelos positivos a seguir, por sí solo, no es suficiente para inspirar a una nueva generación de niñas y jóvenes en STEM. Es esencial una transformación estructural del sistema científico y las organizaciones de investigación para revertir la carrera de obstáculos que enfrentan a muchas mujeres. El éxito en esta área depende no sólo de la determinación individual sino también de la disponibilidad de recursos y oportunidades en las organizaciones.
Para abordar estos problemas, se necesitan esfuerzos integrales para transformar las culturas y prácticas organizacionales, creando un entorno de trabajo igualitario y diverso. El Instituto de Ciencias del Mar (ICM) está comprometido con esa transformación. Su Plan de Igualdad de Género sirve como marco de acción y hoja de ruta para generar un cambio cultural en la organización. El ICM reconoce que la igualdad de género en el liderazgo y la toma de decisiones implica no sólo asegurar una representación equitativa de mujeres y hombres en posiciones institucionales, sino también crear condiciones que permitan el pleno desarrollo profesional y liderazgo de las mujeres.
Alcanzar la igualdad de género en el liderazgo de las STEM requiere un esfuerzo concertado para desmantelar las barreras sistémicas, desafiar los sesgos arraigados y fomentar una cultura inclusiva que apoye a las carreras de las mujeres desde posiciones de entrada hasta la alta dirección. Sólo a través de una acción sostenida y comprensiva podemos esperar romper el obstinado "techo de cristal" y conseguir una verdadera paridad de género en los campos STEM.