Noticias | 01 Julio 2025

Un cambio en la estructura del océano Austral podría tener implicaciones en el clima

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El algoritmo de procesamiento de datos de satélite desarrollado por el ICM-CSIC ha desempeñado un papel crucial para detectar este cambio significativo en el océano Austral, que puede acelerar los efectos del cambio climático.

El cambio en la estructura del Océano Antártico puede provocar una liberación de carbono a la atmósfera / ICM-CSIC.
El cambio en la estructura del Océano Antártico puede provocar una liberación de carbono a la atmósfera / ICM-CSIC.

Gracias a los datos obtenidos por los satélites de observación de la Tierra, un grupo de científicos internacionales ha detectado un fenómeno sin precedentes por primera vez: un cambio en el estado del océano Austral. El estudio, dirigido por la Universidad de Southampton (Reino Unido), fue publicado recientemente en la revista PNAS. El Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) desempeñó un papel fundamental en el desarrollo de observaciones de satélite pioneras en el marco del proyecto SO-FRESH, financiado por la Agencia Espacial Europea (ESA).

El hallazgo principal del estudio es a la vez sorprendente y alarmante: desde 2016,  se ha observado un incremento de la salinidad a lo largo de la Corriente Circumpolar Antártica. Los cambios en la composición del agua sugieren un cambio en el balance de las componentes de la circulación oceánica en el hemisferio sur. Las aguas relativamente más dulces cercanas al borde del hielo marino están siendo reemplazadas por aguas más saladas.

“Estamos siendo testigos de un verdadero cambio en las propiedades del océano en el hemisferio sur – algo que no habíamos visto nunca antes. Los modelos climáticos  predicen una pérdida de salinidad en las aguas superficiales del océano Austral, mientras que estamos observando lo contrario, un incremento en salinidad” explica Antonio Turiel, investigador del ICM-CSIC y co-autor del estudio. “Mientas el mundo está debatiendo sobre el colapso potencial de la AMOC en el Atlántico Norte, estamos viendo que el océano Austral está cambiando drásticamente, a medida que la cobertura de hielo disminuye y el océano superficial se hace más salado. Esto puede tener impactos climáticos sin precedentes”.

De acuerdo con el equipo de investigación, las consecuencia de esta inversión (de agua dulce a agua más salada) ya se están haciendo visibles. Las aguas más saladas pueden favorecer el intercambio con aguas profundas más cálidas, lo que lleva a un flujo de calor incrementado y la fusión acelerada del hielo marino en el océano Austral, y potencialmente liberar CO2. 

El descubrimiento fue hecho posible gracias a un hito técnico desarrollado por el Barcelona Expert Center (BEC), un laboratorio del ICM-CSIC especializado en observación del océano por satélite. Hasta ahora, el océano Austral era una región virtualmente inaccesible a la observación en banda L por satélite debido a sus bajas temperaturas y la dinámica compleja y cambiante del hielo marino. Como resultado, el equipo del BEC desarrolló un nuevo procesador de datos para el satélite SMOS de la ESA, adaptado a la variabilidad geográfica y climática del entorno polar.

“El nuevo procesador nos ha permitido obtener datos de salinidad de la superficie con calidad sin precedentes en esta región”, explica Verónica González. “Gracias a esta mejora, podemos ahora proporcionar una explicación coherente para la rápìda pérdida de hielo marino que tenía confundida a la comunidad científica”.

El estudio no solo proporciona una pieza clave en el puzzle del cambio climático, sino que redefine el papel del océano Austral en el sistema climático global. El océano Austral desempeña un papel esencial regulando los ciclos de calor y del carbono. Su alteración puede desencadenar una serie de efectos en cascada sobre otros de los sistemas de circulación, tales como la AMOC, con consecuencias potenciales para el clima en Europa y otras regiones.

Conscientes de la necesidad urgente de un mejor comprensión de esos procesos, el BEC se ha embarcado en dos nuevos proyectos financiados por la ESA en 2025: ARCTIC-FLOW, focalizado en el estudio de los flujos de agua dulce y de densidad en el océano Ártico, y la Iniciativa de Cambio Climático CCI OSHF (Ocean Surface Heat Flux), dedicado al análisis del flujo de calor en la superficie del océano. Ambos proyectos pretenden desarrollar nuevas metodologías de satélite que serán claves en el monitoreo, comprensión y anticipación de los efectos de un cambio climático acelerado.

“El planeta nos está enviando cada vez más señales claras de que estamos cruzando umbrales críticos”, concluye Estrella Olmedo. “Y en este casa, lo ha hecho desde una esquina remota del mundo que es muy difícil de monitorizar: el océano Austral. Gracias a los satélites y herramientas de observación punteras, podemos ahora ver lo que antes era invisible”.