Las nuevas especies se han encontrado en la Bahía de Blanes (Girona), donde existe un punto de muestreo permanente del ICM-CSIC, y son de distribución global.

Un equipo del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), la Universitat de València y la Universitat Autònoma de Barcelona ha identificado y caracterizado 26 nuevas cepas de bacterias marinas. Estas bacterias, presentes en todos los océanos, podrían tener papeles importantes en los ciclos biogeoquímicos del océano global. El hallazgo ha sido publicado recientemente en la prestigiosa revista Frontiers in Microbiology.
Para la elaboración del estudio, el equipo investigador trabajó con muestras de la Bahía de Blanes (Girona), un punto de muestreo permanente del ICM-CSIC, recopiladas durante las cuatro estaciones del año, lo que permitió analizar cómo varía la comunidad microbiana a lo largo del año. En concreto, examinaron la morfología y la fisiología de las bacterias aisladas y secuenciaron sus genomas para caracterizar su función y clasificarlas taxonómicamente.
Los análisis revelaron la existencia de 23 nuevas especies bacterianas y seis nuevos géneros distribuidos en las siguientes clases: Alphaproteobacteria, Gammaproteobacteria, Bacteroidia y Rhodothermia. Según los estudios genómicos, estas bacterias podrían desempeñar roles cruciales en los ciclos de carbono, nitrógeno, azufre, fósforo e hidrógeno en el océano, participando en procesos como la fijación de carbono, la desnitrificación o la oxidación de compuestos de azufre.
Estos procesos son clave para mantener la salud de los ecosistemas marinos. Así, por ejemplo, la desnitrificación es esencial para la salubridad y estabilidad de los océanos, mientras que la oxidación de compuestos del azufre contribuye a la degradación de compuestos tóxicos como el ácido sulfhídrico o y a la producción de materia orgánica en ambientes oscuros, como lo es el océano profundo.
Distribución global
La investigación también reveló que estos grupos de bacterias están ampliamente distribuidos en todos los mares y océanos, siendo las pertenecientes a la familia Flavobacteriaceae las más abundantes y extendidas. Este hallazgo fue posible gracias al acceso a los metagenomas de la expedición Tara Oceans, que proporcionan información sobre las secuencias de todos los genomas presentes en una muestra y permiten comparar las secuencias de los genomas de las nuevas bacterias para calcular su abundancia en cada muestra analizada.
"La secuenciación masiva nos ayuda a entender las comunidades bacterianas en su conjunto, pero sin los cultivos no se pueden caracterizar experimentalmente ni publicar taxones (especies, géneros, etc.) nuevos de forma válida. Este es uno de los motivos por los que aislar y cultivar sigue siendo esencial, y su combinación con las tecnologías de secuenciación y análisis bioinformáticos es extremadamente poderosa", expone Xavier Rey Velasco (ICM-CSIC), primer autor del artículo.
“A pesar de que la Bahía de Blanes es posiblemente el ecosistema marino costero más estudiado del mundo desde el punto de vista microbiológico, aún descubrimos nuevas especies y nuevos aspectos de su ecología cada vez que nos paramos a mirar con detalle. Si del lugar más conocido sabemos tan poco, lo que nos falta por conocer del resto de ecosistemas marinos es enorme”, subraya Josep M Gasol, investigador del ICM y uno de los directores de la investigación.
A la mayoría de las nuevas bacterias se les han asignado nombres en referencia a su lugar de aislamiento (como blandensis, del nombre en latín de la ciudad de Blanes), la época o las características del cultivo (forma y color). Sin embargo, cinco de ellas recibieron nombres en honor a destacadas microbiólogas: Zoe Rosinach Pedrol, Ruth Patrick, Katrina Edwards, Isabel Esteve y Pepita Castellví, que fue directora del ICM-CSIC y la primera mujer en dirigir una base científica en la Antártida. Este gesto es especialmente significativo, pues en la actualidad el 84,4% de los nombres de bacterias que honran a personas lo hacen refiriéndose a hombres.
Con todo, el trabajo abre nuevas vías para investigar el funcionamiento de las comunidades bacterianas marinas y su influencia en el medio ambiente global, subrayando la importancia de estos organismos en el equilibrio de los ecosistemas oceánicos.