Noticias | 10 Julio 2025

El cambio climático y la presión pesquera modelan la dieta del pez espada, con implicaciones importantes para su conservación

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Es la principal conclusión de un estudio liderado por el ICM-CSIC que revela cómo factores ambientales y humanos determinan el tipo de alimento que consume esta especie de gran interés pesquero, aportando claves para una gestión sostenible de la misma.

La investigación representa un avance significativo en la comprensión de la ecología tròfica de los grandes pelágicos / David Jara.
La investigación representa un avance significativo en la comprensión de la ecología tròfica de los grandes pelágicos / David Jara.

La dieta de los grandes depredadores marinos no solo refleja el estado de los ecosistemas en los que habitan, sino que también puede proporcionar indicios sobre cómo responderán dichos ecosistemas al cambio climático y a la actividad humana. Un estudio reciente liderado por el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) y publicado en la revista Journal of Animal Ecology demuestra que tanto las condiciones oceanográficas como la presión pesquera influyen significativamente en la alimentación del pez espada (Xiphias gladius), una especie clave en las redes tróficas pelágicas del Mediterráneo occidental y las aguas atlánticas adyacentes.

La investigación identifica variaciones espaciales en la dieta del pez espada vinculadas a condiciones ambientales como la temperatura del agua o los patrones de productividad marina, pero también a presiones humanas como la intensidad pesquera. Estos hallazgos tienen implicaciones directas para la conservación de esta especie de gran interés pesquero y para el diseño de estrategias de conservación adaptadas a escenarios futuros de cambio global.

“Comprender los factores que determinan la dieta del pez espada nos permite anticipar posibles alteraciones en su papel ecológico”, explica Elena Fernández Corredor (ICM-CSIC), la autora principal del estudio. “Esta información es clave para aplicar enfoques de conservación más integradores, especialmente en un contexto de fuerte presión ambiental y antropogénica”, añade la investigadora.

La influencia del entorno y la actividad humana

El estudio muestra que el consumo de peces por parte del pez espada se incrementa en zonas donde la capa de mezcla oceánica es más profunda, lo que podría facilitar el acceso a estos recursos. En cambio, la ingesta de calamares está asociada tanto al tamaño del pez espada como a la presión pesquera, lo que sugiere que esta actividad podría estar modificando la disponibilidad de presas o alterando la composición de los diferentes recursos de los que se alimenta el pez espada.

Por otro lado, el trabajo identifica una mayor dependencia de organismos gelatinosos (las medusas, por ejemplo) en regiones menos productivas. Según el equipo científico, esta tendencia podría indicar una menor disponibilidad de presas como peces y cefalópodos en ciertas áreas, lo que obliga al pez espada a recurrir a alternativas menos energéticas.

“Estos resultados no solo permiten describir la dieta actual de la especie, sino que también ofrecen una base para prever cómo podrían cambiar sus patrones alimentarios a medida que evolucionan las condiciones oceánicas”, matiza Francisco Ramírez (ICM-CSIC).

Para la elaboración del trabajo, el equipo combinó herramientas avanzadas de análisis trófico, como los Modelos Bayesianos de Mezcla de Isótopos Estables, con Modelos Aditivos Generalizados (GAMs) para explorar la relación entre la dieta y variables ambientales y antropogénicas. Además, el estudio incorpora un ejercicio de modelización prospectiva para evaluar cómo podría modificarse la dieta del pez espada en distintos escenarios de cambio climático, lo que constituye un enfoque innovador dentro del estudio de grandes pelágicos.

“El valor añadido del estudio radica en su capacidad para integrar diferentes fuentes de información y proyectar cambios ecológicos futuros con mayor precisión”, destaca Joan Navarro (ICM-CSIC). “Esto lo convierte en una herramienta de gran utilidad para la planificación de políticas de conservación a medio y largo plazo”.

Implicaciones para la conservación 

Los hallazgos subrayan la necesidad de considerar tanto las interacciones tróficas como los factores ambientales y humanos en la gestión de recursos marinos. En particular, el estudio destaca cómo los cambios en la dieta del pez espada pueden actuar como indicadores de desequilibrios ecológicos más amplios, derivados del calentamiento global o de una explotación pesquera excesiva.

Finalmente, se impulsará el uso de técnicas de isótopos estables como herramienta de seguimiento continuo, lo que permitiría implementar sistemas de monitoreo más eficientes y aplicables a gran escala.

Según el equipo científico, esta investigación representa un avance significativo en la comprensión de la ecología trófica de los grandes pelágicos y refuerza la necesidad de integrar el conocimiento científico en la toma de decisiones sobre la conservación y el uso sostenible de los recursos marinos. Desde esta perspectiva, el conocimiento generado puede contribuir a la formulación de políticas pesqueras más integradas, que no solo regulen los niveles de captura, sino que también protejan el papel funcional de las especies dentro del ecosistema.

Además del ICM-CSIC, el Instituto Español de Oceanografía (IEO-CSIC) ha contribuido a este trabajo aportando datos clave procedentes de su programa de observadores a bordo de buques comerciales, una serie histórica única en el ámbito mediterráneo. 

"Esta iniciativa, que monitoriza desde hace décadas las capturas y la actividad pesquera en tiempo real, ha sido fundamental para caracterizar con mayor precisión las interacciones tróficas de la especie y su respuesta frente a la presión pesquera", explica David Macías, investigador del Centro Oceanográfico de Málaga y coautor del estudio.