Es la principal conclusión de un nuevo informe de la Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) en el que ha participado el ICM-CSIC.

La Plataforma Intergubernamental de Ciencia y Política sobre Biodiversidad y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) ha publicado un nuevo informe, conocido como Informe Nexos, en el que pone sobre la mesa de los responsables de la toma de decisiones la necesidad de una gestión más ambiciosa y que tenga en cuenta la complejidad de las interacciones entre sectores, y las opciones de respuesta específicas para maximizar los beneficios colaterales de la gestión a través de cinco elementos interrelacionados: la biodiversidad, el agua, la alimentación, la salud y el cambio climático. El documento pone de manifiesto que las medidas de gestión que se adoptan actualmente para afrontar los distintos retos no logran abordar la complejidad de los problemas interrelacionados, lo que genera inconsistencias en la gobernanza.
El informe, en el que ha participado el Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC), subraya la importancia de lograr una visión más amplia e integradora en la gestión de las distintas crisis, ya que los datos muestran claramente que los enfoques aislados son ineficaces y pueden generar consecuencias negativas.
En este sentido, el informe propone centrarse en cómo la biodiversidad, el agua, la alimentación, la salud y el cambio climático están interrelacionados para permitir una toma de decisiones integrada y adaptativa, con el objetivo de maximizar los beneficios colaterales entre los diferentes elementos y minimizar las interacciones negativas. Un buen ejemplo de ello es la gestión de las zonas marinas protegidas, en las que se incluye a las comunidades locales en la toma de decisiones, lo que resulta en un aumento de la biodiversidad, una mayor disponibilidad de alimentos para la población y una mejora en los aspectos socioeconómicos de las comunidades locales.
Por otro lado, el informe revela que la pérdida de biodiversidad, impulsada por factores como el cambio de uso del suelo, la explotación insostenible y el consumo excesivo de los recursos, tiene repercusiones directas y negativas sobre la seguridad alimentaria, la disponibilidad de agua, la salud y la resiliencia al cambio climático, y cuantifica los costos económicos de la inacción en decenas de billones de dólares americanos anuales.
Atención especial al océano
Los ecosistemas marinos y de agua dulce son especialmente vulnerables al impacto humano, incluyendo la contaminación y la sedimentación. Estos factores han provocado una degradación generalizada, con graves consecuencias para la biodiversidad y los servicios que estos ecosistemas proporcionan, como la provisión de alimento, la protección costera y la regulación climática.
El informe subraya que la biodiversidad marina está disminuyendo a un ritmo del 2-6% por década durante los últimos 30-50 años. Esta pérdida afecta a servicios esenciales como la pesca. También destaca que casi 1.000 millones de personas dependen directamente de los arrecifes de coral para su alimentación, protección y otros medios de vida.
Los ecosistemas marinos no solo sustentan la biodiversidad, sino que también actúan como sumideros de carbono, ayudando a mitigar los efectos del cambio climático. Por ejemplo, más del 50% de la captura de carbono oceánico se debe a ecosistemas costeros. La restauración de estos ecosistemas, como las praderas marinas o los arrecifes de coral, puede contribuir significativamente a la lucha contra el cambio climático.
El cambio climático está provocando pérdidas irreversibles como la desaparición de los arrecifes de coral y afectando pesquerías vitales para prevenir la desnutrición y otros problemas de salud global. Al mismo tiempo, las actividades ilegales de extracción de recursos naturales generan pérdidas económicas de hasta 300.000 millones de dólares anuales.
Para revertir esta situación compleja, el informe propone acciones clave integradas, como mejorar la gestión integrada de los ecosistemas terrestres y marinos, reducir la contaminación por plásticos desde el origen y aplicar prácticas sostenibles en la pesca y la acuicultura. Además, el informe hace énfasis en la necesidad de promover la transición hacia dietas saludables y sostenibles, con una distribución más equitativa de los alimentos.
En definitiva, el nuevo informe de la IPBES, disponible próximamente en este enlace, plantea un cambio de paradigma en la toma de decisiones, pasando de enfoques aislados y sectoriales a estrategias integradas, aportando una hoja de ruta con pasos concretos. Este marco estratégico incluye desde comprender las interconexiones entre estos factores hasta establecer mecanismos de implementación, seguimiento y ajuste continuo de las estrategias.