El proyecto REMO, coordinado por REPSOL, ha proporcionado avances clave para garantizar la seguridad de futuros almacenamientos geológicos de hidrógeno y CO₂.
El proyecto REMO, centrado en el desarrollo de nuevas tecnologías fotónicas para la monitorización sísmica en entornos marinos, ha culminado con éxito, alcanzando resultados muy positivos. La iniciativa, desarrollada en colaboración entre el Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC), Repsol, la Universidad de Alcalá (UAH) y Aragón Photonics, ha permitido avances decisivos en la aplicación de la fibra óptica y el sensado acústico distribuido para registrar la actividad sísmica natural e inducida. Estos avances son un paso clave para garantizar la seguridad de futuros almacenamientos geológicos de hidrógeno y CO₂.
“El análisis sísmico con fibra óptica nos proporciona una resolución sin precedentes para detectar microsismicidad en ambientes marinos. REMO sienta las bases para futuros sistemas de vigilancia que serán esenciales en la transición energética”, explica Arantza Ugalde, investigadora del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC).
Tomando el pulso al océano
El equipo de REMO ha trabajado con sistemas de monitorización acústica distribuida (Distributed Acoustic Sensing - DAS), que permiten utilizar cables de fibra óptica, originalmente diseñados para telecomunicaciones, como sensores sísmicos distribuidos a lo largo de decenas de kilómetros. Un interrogador óptico envía pulsos de luz por la fibra, detectando deformaciones mínimas provocadas por ondas sísmicas y transformándolas en miles de puntos de medida distribuidos cada pocos metros. Esta tecnología ofrece una imagen de alta resolución de la actividad sísmica sin necesidad de instalar numerosos sensores individuales bajo el mar, reduciendo costes y aumentando la fiabilidad operativa.
“La capacidad de monitorizar la actividad sísmica con tanta precisión permitirá optimizar la seguridad y eficiencia de futuros proyectos de almacenamiento subterráneo de gases, alineándose con nuestra apuesta por nuevas vías de desarrollo tecnológico en captura, uso y almacenamiento de carbono (CCUS) como parte de la estrategia de descarbonización de Repsol”, destaca Guillermo Marro, geofísico de Repsol.
Además, se han integrado técnicas avanzadas de inteligencia artificial para procesar en tiempo real la gran cantidad de datos generados por el DAS, distinguiendo señales sísmicas relevantes del ruido oceánico.
“Hemos logrado integrar sensores de fibra óptica con algoritmos avanzados que posibilitan una detección fiable incluso en entornos marinos complejos”, comenta Sonia Martín-López, investigadora del Instituto de Óptica (CSIC) y de la Universidad de Alcalá (UAH).
El experimento se desarrolló en la plataforma Casablanca, en el mar Mediterráneo, a unos 50 km de la costa de Tarragona. Allí se instaló el Observatorio Submarino Casablanca-DAS, utilizando la plataforma, que se encuentra en proceso de desmantelamiento, como entorno ideal para validar la tecnología en condiciones reales de operación.
“Este proyecto demuestra que la monitorización distribuida con fibra óptica puede implementarse a gran escala para aplicaciones industriales críticas”, añade Francisco López, CEO de Aragón Photonics.
Oportunidades para la transición energética
Para difundir los resultados a la comunidad científica y tecnológica, la pasada semana se celebró en el ICM-CSIC la Jornada técnica sobre tecnologías fotónicas aplicadas a la monitorización sísmica marina, un evento híbrido que reunió a más de 60 participantes de centros de investigación, empresas tecnológicas e industria energética. Durante la jornada se presentaron avances en el desarrollo instrumental del sistema DAS, su instalación y operación en mar abierto, así como los métodos de análisis sísmico mediante datos de fibra óptica.
Con la culminación de REMO, el equipo se posiciona como referente en el desarrollo de tecnologías fotónicas aplicadas a la monitorización del subsuelo marino. Los resultados permitirán mejorar la seguridad y eficiencia de futuros almacenamientos geológicos, aportando herramientas científicas avanzadas que acompañen la transición hacia una economía descarbonizada.
El proyecto muestra cómo la colaboración entre centros de investigación, universidades y empresas tecnológicas puede acelerar la innovación, combinando ciencia de vanguardia, transferencia tecnológica y sostenibilidad energética, y situando a España en una posición de liderazgo en este campo estratégico.