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El registro fósil de invertebrados marinos proporciona la historia más completa de cómo la diversidad de la vida animal ha evolucionado durante los últimos 500 millones de años de la historia de la Tierra. La importancia ecológica de los invertebrados marinos comienza con la explosión del Cámbrico, un evento relativamente corto hace unos 541 millones de años, que dio lugar a la aparición de la mayor parte de los patrones corporales de invertebrados marinos.
Un mural de grandes dimensiones, creado por el artista Anna Rierola, hecho a partir de imágenes de microscopía y con la colaboración de los científicos del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar y en el ICN2, tanto en la cesión de imágenes como en el asesoramiento científico. La exposición irá acompañada de un ciclo de charlas para acercar la ciencia a la ciudadanía y establecer sinergias entre los mundos del arte y la ciencia.
Sandra Díaz es doctora en Ciencias Biológicas, catedrática de la Universidad Nacional de Córdoba (Argentina) e investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICYT) en el Instituto Multidisciplinar de Biología Vegetal (IMBIV).
Un nuevo estudio del Instituto de Ciencias del Mar (CSIC) descubre que los efectos de la restricción calórica en el proceso de envejecimiento de los copépodos marinos (pequeños crustáceos muy abundantes en el plancton marino) dependen de su estrategia reproductora y del nivel de gasto metabólico.
En poblaciones naturales de peces, las temperaturas elevadas asociadas al calentamiento global pueden causar cambios en los rasgos del fenotipo, como el tamaño o en los órganos reproductivos. Sin embargo, sigue siendo un misterio el mecanismo: de qué forma los factores ambientales son percibidos e integrados en las modificaciones químicas que afectan a la expresión de los genes. Esto es lo que estudia la epigenética y es un tema central en el estudio de la biología del desarrollo en un contexto ecológico.
El impacto de los virus en las comunidades microbianas marinas ha sido estudiado ampliamente en las zonas costeras o superficiales de los océanos pero hasta ahora los datos sobre los virus en el océano profundo eran escasos. Uno de los principales objetivos de la Expedición Malaspina, liderada por el CSIC en 2011, era muestrear el océano profundo y estudiar las estrategias de vida de los virus que viven allí.